viernes, 13 de noviembre de 2009

VIAJE A LA ALCARRIA. Camilo José Cela.



Viaje a la Alcarria.
Camilo José Cela.

El viajero está echado, boca arriba, sobre una chaise-longue forrada de cretona. Mira, distraídamente, para el techo y deja volar libre la imaginación, que salta, como una torpe mariposa moribunda, rozando, en leves golpes, las paredes, los muebles, la lámpara encendida. Está cansado y nota un alivio grande dejando caer las piernas, como marionetas, en la primer postura que quieran encontrar.

El viajero es un hombre joven, alto, delgado. Está en mangas de camisa fumando un cigarrillo. Lleva ya varias horas sin hablar, varias horas que no tiene con quién hablar. De cuando en cuando bebe un sorbo – ni pequeño ni grande – de whisky o silba, por lo bajo alguna cancioncilla.

En la casa todo es silencio; la familia del viajero duerme. En la calle sólo algún taxi errabundo rompe, muy de tarde en tarde, la piadosa intimidad de los serenos.

La habitación está revuelta. Sobre la mesa, cientos de cuartillas en desorden dan fe de muchas horas de trabajo. Extendidos sobre el suelo, clavados con chinchetas a las paredes, diez, doce, catorce mapas con notas y acotaciones en tinta, con fuertes trazos de lápiz rojo, con blancas banderitas sujetas con alfileres.

- Después, nada de esto sirve nunca para nada. ¡Siempre pasa igual!
.......

Quería mirar el alma de los caminantes asomándose a su mirada como al brocal de un pozo... Parece como si se hubiera descorrido un telón... Se echa el morral a la espalda, se cuelga la cantimplora de la bebida del cinturón y tira cuesta arriba, camino de la ciudad. Guadalajara...

A la entrada de Torija unas mujeres cantan mientras lavan la ropa. Al ver pasar el carro, paran un momento en la faena y dicen adiós con alegría, sonriendo...

Brihuega tiene un color gris azulado, como de humo de cigarro puro. Parece una ciudad antigua, con muchas piedras, con casas bien construidas y árboles corpulentos...

Al llegar a Trillo el paisaje es aún más feraz. La vegetación crece al apoyo del agua, y los árboles suben, airosos como en Brihuega. Esta tierra, con agua, parece una tierra muy buena; hasta se ve algún que otro castaño, de vez en cuando. A la entrada del pueblo hay una casa muy arreglada, toda cubierta de flores...

Budia es un pueblo grande, con casas antiguas, con un pasado esplendoroso. Las calles tienen nombres nobles, sonoros – calle Real, calle Boteros, calle de la Estepa, calle del Hastial, calle del Bronce, de la Lechuga, del Hospital -, y en ellas los viejos palacios moribundos arrastran con cierta dignidad sus piedras de escudo, sus macizos portalones, sus inmensas, tristes ventanas cerradas...

Sacedón está rodeado de campo de trigo verde y lozano, parece un pueblo importante y muy industrioso. El caserío se extiende bastante y la torre de la iglesia destaca airosa sobre todo él...

A la mañana siguiente, cuando el viajero se asomó a la plaza de las Horas, y entró, de verdad y para su uso, en Pastrana, la primera sensación que tuvo fue la de encontrarse en una ciudad medieval, en una gran ciudad medieval...



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