jueves, 28 de enero de 2010

Marilyn y JFK. Francois Forestier.


"Marilyn baila. En su casa, con una música latina, pone en práctica las lecciones de su coreógrafo Jack Cole durante el rodaje de El multimillonario. Estuvo ensayando durante semanas las ondulaciones, los movimientos de hombros, de caderas que tenía que ejecutar para Yves Montand y que le salen con naturalidad. Ante su amiga Jeanne Carmen, una actriz de décima categoría, Marilyn parece estar de fiesta. Se sube a los sillones, empieza una danza del vientre y canturrea al compás:
-First lady! First lady! [¡Primera dama! ¡Primera dama!].
Hay algo patético y conmovedor en esta rumba solitaria, en esta alegría fabricada. ¿Piensa
Marilyn en realidad que va a ocupar el lugar de Jackie Kennedy? Jeanne Carmen es testigo de esta ilusión: Marilyn tiene cada vez menos contacto con la realidad. Vive en un mundo de fantasía, de sueño. Tiene una vaga conciencia de la imposibilidad de sus esperanzas, pero también conoce la fuerza del deseo que despierta. Para ella no hay nada imposible. Nada. ¡Es Marilyn!
Confusamente, es consciente de que va cuesta abajo. El punto álgido de su carrera ha pasado, tiene 35 años. Sólo le queda esperar a los 40, la edad fatal en aquellos años para una actriz. Son pocas las que superan este límite, salvo para encontrar papeles de malvada, mujer engañada, arpía, seductora de gigolós. Marilyn no quiere ser Bette Davis.
Quiere ser first lady, eso es todo. Desfilar junto al presidente. Agitar los brazos ante filas de cadetes uniformados. Entrar en la Casa Blanca ante los soldados en posición de firmes.
El problema es que Kennedy empieza a ser consciente de los rumores que corren: Marilyn es
incontrolable, borderline, esquizofrénica, según Greenson -su psiquiatra-. Por ahora, su compañía es agradable, pero ¿quién sabe? Cuando llegue el momento habrá que actuar con tacto para anunciar la separación. Marilyn tiene tendencia a llamar por teléfono con demasiada frecuencia, como si fuera algo evidente. Envía poemas de amor a la Casa Blanca, incluso un día llegó a hablar con Jackie por teléfono. Se disculpó y colgó. Jackie, que reconoció su voz, sus balbuceos pueriles, está furiosa. Lo hace saber. Su marido comprende: Marilyn trata de colocarse en el papel que más le gusta, el de víctima infantil. Bajo esta máscara, JFK lo sabe bien, puede haber una mujer dura y odiosa. JFK no está acostumbrado a estas cosas. Cuando abandona a una chica, simplemente deja de verla. Se vuelve transparente para él. En el caso de Miss Monroe es difícil.
Marilyn baila y alrededor hay quince frascos de pastillas desparramados por la moqueta

Está previsto que el rodaje de Something's got to give comience el 9 de abril. Todo va mal: George Cukor, el director, aterrorizado por tener que trabajar una vez más con Marilyn, se hace el sueco. Conoce los problemas que le esperan y odia el desorden que crea Marilyn, las dificultades que plantea, la falta de respeto que manifiesta hacia todo el equipo. Quiere tener un guión más o menos coherente y pide algunos retoques. La Fox, por su parte, está totalmente colapsada por el desastre de Cleopatra. Los decorados se vienen abajo, los escándalos se suceden, Liz Taylor está enamorada, Liz Taylor abandona a su marido Eddie Fisher... En Los Ángeles circulan los rumores, los equipos que vuelven de Roma hablan. Marilyn no se pierde un rumor. JFK tampoco, pues le encantan los chismes. (...)
La 20th Century Fox exige la presencia de Marilyn. El tono sube. Los productores están rabiosos. La fecha del rodaje se vuelve a retrasar. El actor principal, Dean Martin, trata de tomárselo con paciencia. Cyd Charisse, la actriz sublime de La bella de Moscú, que tiene el segundo papel, hace pruebas de vestuario. Marilyn interviene: su rival no puede estar más sexy que ella. Tendrá que usar ropa muy seria. ¿Deseará realmente Marilyn hacer esta película?
De momento, se larga.
Primero, Florida, donde Joe DiMaggio sigue el entrenamiento de su equipo favorito, los New York Yankees. Luego visita a Isadore Miller, el padre de Arthur, un anciano con quien ha establecido vínculos afectivos.
El 6 de febrero, Marilyn llega a Miami y se dirige al Fontainebleau Hotel, el palace favorito de los políticos, de los actores y de los gánsteres. Allí, en una suite del último piso, con vistas al mar, la espera The Prez.
Cae en sus brazos.
En su cabeza resuena "First lady! First lady!" con ritmo de rumba."

Marilyn y JFK.
Francois Forestier.
Editorial Aguilar.

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